Identificar productos sostenibles desde el punto de vista medioambiental y social es cada vez más difícil. Hay más de 200 etiquetas ecológicas en el mercado de la UE. Pocas son transparentes, tienen criterios exigentes actualizados periódicamente o abarcan todo el ciclo de vida de los productos. Muchas carecen también de verificación independiente del cumplimiento de los criterios, necesaria para que una etiqueta sea creíble. La difusión incontrolada de las etiquetas ecológicas va en contra del propósito de orientar a los compradores hacia mejores opciones e impulsar el desarrollo sostenible.