Residuos electrónicos: un flujo de residuos tóxicos en el que se pierden valiosos recursos finitos
La basura electrónica es el flujo de residuos de más rápido crecimiento en el mundo. ¿Se imagina que cada año nuestro mundo produce más de 100 veces más basura electrónica que el peso de todos los niños nacidos ese año? A esto hay que añadir que menos de una cuarta parte de toda la basura electrónica producida se recoge y recicla de forma segura.
Según el Monitor Mundial de Residuos Electrónicos de la Universidad de las Naciones Unidas, cada año se desechan más de 60 millones de toneladas métricas de productos electrónicos. La basura electrónica es el flujo de residuos que más rápido crece en el mundo y se calcula que la cantidad aumentará hasta los 82 millones de toneladas métricas en 2030 a menos que se invierta esta tendencia. Hay varias razones que explican este aumento. La población mundial crece y la prosperidad económica llega a más personas. El desarrollo tecnológico se acelera y el precio de los productos informáticos desciende, lo que acorta la vida útil de los productos. Los países desarrollados siguen siendo los que más contribuyen al problema, pero los países en desarrollo se están poniendo al día rápidamente.
Los residuos electrónicos exportados ponen en peligro la salud de las comunidades vulnerables
La mayoría de los países tienen dificultades para gestionar estas ingentes cantidades de productos desechados de forma responsable y eficiente con los recursos. En 2016, solo se recicló el 20 % de los residuos electrónicos en todo el mundo. Aunque la atención se ha centrado en la recogida de productos, no se han dedicado suficientes esfuerzos a crear infraestructuras para procesar los residuos o recuperar de forma segura los materiales usados. Esto ha dado lugar a una escasez de instalaciones donde los residuos electrónicos puedan gestionarse de forma segura. En su lugar, los residuos electrónicos se mezclan con los desechos residuales, donde a menudo se incineran, se depositan en vertederos o se exportan a países en desarrollo. Los exportadores de residuos electrónicos suelen elegir destinos que carecen de una legislación eficaz que regule cómo deben gestionarse.
La exportación de residuos electrónicos está impulsada por dos factores principales: la demanda de productos electrónicos a bajo precio en los países importadores y el hecho de que es más barato exportar residuos electrónicos que manipularlos en el país de acuerdo con normas de seguridad más estrictas. África occidental y partes de Asia son lugares habituales de vertido. En estos países, las poblaciones locales se ganan la vida extrayendo y vendiendo materiales valiosos. Los productos son desmontados manualmente, quemados al aire libre o disueltos en ácido por trabajadores locales, incluidos niños, sin equipos de protección adecuados, lo que provoca graves problemas de salud. Los productos electrónicos contienen una serie de sustancias tóxicas peligrosas para la salud humana, con riesgos documentados para el sistema nervioso cerebral, los pulmones y los riñones, así como vínculos con ciertos tipos de cáncer. Los residuos tóxicos pueden filtrarse y contaminar el suelo, el aire y el agua, afectando a los ecosistemas circundantes donde las comunidades locales cultivan sus alimentos, cazan y pescan. Las sustancias peligrosas también se propagan a otros continentes a través del aire y el mar.

Un despilfarro de recursos valiosos
Además de ser un riesgo para la salud humana y el medio ambiente, la forma actual de gestionar los residuos electrónicos tiene un impacto económico negativo. Los productos electrónicos contienen una serie de recursos escasos y valiosos, que además son esenciales para satisfacer nuestras necesidades futuras de productos.
En 2016, se estimó que los residuos electrónicos contenían oro, plata, cobre, platino, paladio y otros materiales recuperables por valor de 55.000 millones de euros.
Economía circular: evitar los residuos electrónicos y mantener los materiales en uso
En la economía circular, los productos se diseñan para ser reutilizados durante más tiempo y se evitan los residuos. Cuando un producto ha llegado al final de su vida útil, los materiales se convierten en recursos valiosos que se utilizan para fabricar nuevos productos. El objetivo es que no se produzcan residuos. En su lugar, los materiales se mantienen en uso y se reconvierten con el tiempo.
Para la industria informática, esto significa diseñar productos duraderos, actualizables, reparables y reutilizables. Debe ser posible desmontarlos y los componentes vitales deben poder sustituirse. Las instrucciones para reparar el producto deben estar disponibles. Debe ser posible borrar los datos de forma segura, para que el producto pueda ser reutilizado por un segundo propietario sin riesgo de fuga de datos. Asimismo, debe reducirse o eliminarse el uso de sustancias peligrosas. De lo contrario, puede resultar difícil o imposible reciclar los materiales cuando el producto haya llegado al final de su vida útil.
Qué puede hacer
Si necesita comprar un producto, elija un modelo diseñado para una larga vida útil. Debe ser duradero y resistir el desgaste, además de poder repararse y actualizarse. Intente utilizar sus productos el mayor tiempo posible. Esto es lo más eficaz que puedes hacer para minimizar los residuos electrónicos y sus efectos negativos en nuestro planeta. Si ya no se ajusta a tus necesidades, piensa si alguien más podría encontrar útil el producto. Véndelo o dónalo a una organización benéfica. Una vez que el producto haya llegado al final de su vida útil, asegúrate de que se recicla de forma segura y responsable.